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Discurso de Gabriel Boric
Por Ignacio PERALES para SudAméricaHoy/SAH
Un sólo hombre -o mujer- puede comprar terreno sin problema. Las dificultades o impedimentos, lo tienen aquellas empresas estatales de otra bandera, con participación de un Estado extranjero o fondos soberanos de inversión.
El Gobierno de José Mujica, con el apoyo del Legislativo, ha querido dejar claro y por escrito un nuevo escenario para inversionistas que compran miles de hectáreas. De este modo promulgó una normativa que prohibe la tenencia de tierras para explotación agropecuaria a cualquier sociedad que tenga participación, directa o indirecta, de otro país.
La ley, presumiblemente, tiene como objetivo declarar «de interés general la preservación y defensa de la plena soberanía del Estado uruguayo en relación a los recursos naturales en general y en particular, la tierra».
El subsecretario del Ministerio de Ganadería Enzo Benech, observó recientemente «que hay mucha (tierra) en poder de extranjeros» y que el asunto, «siempre fue muy discutido pero difícil de legislar». Benech manifestó que Uruguay, como productor de alimentos en un mundo que cada día tiene más bocas que alimentar, «lleva a que muchos Estados se interesen por nuestra tierra».
Con ese convencimiento se elaboró la ley recientemente aprobada, «es una forma de legislar -insiste el ministro- y dejar claramente establecido que en Uruguay los Estados extranjeros no pueden comprar tierra». No obstante, aclaró, «en caso de que a nuestro país le interese que un Estado invierta en la tierra, la misma ley prevé una cláusula de contemplación a través de un pedido formal que debe ser estudiado». Es decir, que todo dependerá de cómo, cuándo y cuánto y habrá que pasar diferentes filtros.
Lo que ha hecho Uruguay ha sido bien recibido en su país y entre los vecinos. No son pocos los países de Sudamérica que se encuentran con amplias zonas de su territorio en manos de particulares extranjeros. El caso más emblemático es el Douglas Thompkins que estuvo a un paso de partir por la mitad Chile con sus campos. Su nombre, también estaba en el espíritu de la ley que puso un límite a la adquisición de hectáreas a extranjeros en Argentina.
El desembarco de terratenientes, hacendados y filántropos despierta suspicacias en esta parte de América pero mucho más irritante resulta cuando el afán de compra tiene a otro Estado en el camino. Comprensible.