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Laura Barros
Cúcuta (Colombia), 5 sep (EFE).- Cinco días después de que Colombia no lograra el apoyo para un debate en la OEA sobre la crisis en la frontera con Venezuela, el secretario general de esa organización, Luis Almagro, conoció hoy in situ el drama de los colombianos deportados del vecino país y la tensión en la zona.
Almagro hizo una visita relámpago a dos albergues en Cúcuta, capital del departamento de Norte de Santander (noreste), y en el vecino municipio de Villa del Rosario, donde conversó con afectados, autoridades nacionales y regionales, y luego se asomó al puente Simón Bolívar, que conecta con San Antonio (Venezuela).
«Tenía que venir a corroborar una situación humanitaria in situ. Y era para mí importante verlo con mis propios ojos y escucharlo con mis propios oídos, y tener la posibilidad de intercambiar para conocer lo mejor posible la real dimensión de lo que estaba aconteciendo», declaró Almagro en una rueda de prensa.
El diplomático, acompañado durante el recorrido por la canciller colombiana, María Ángela Holguín, y el ministro de Interior, Juan Fernando Cristo, tuvo tiempo para escuchar los relatos de niños, mujeres, hombres y ancianos que permanecen algunos desde hace ya 15 días en carpas acondicionadas con colchonetas y artículos de primera necesidad a la espera de un lugar donde rehacer sus vidas.
«Lo único que yo pido es que nos den una tierrita. Hay tanta tierra aquí donde nos puedan dar un lotecito de siete por siete metros y ahí nos ponemos a trabajar en Colombia», le dijo a Almagro un hombre llamado John Jairo Beltrán, quien aseguró ser de padre de siete pequeños.
Entre abrazos, gritos de «justicia» y diversas peticiones, Almagro escuchó las historias de expulsados del vecino país después del cierre de la frontera ordenado por el presidente Nicolás Maduro y también de otros colombianos e incluso venezolanos que llegaron a Cúcuta por temor a correr la misma suerte o en busca de sus seres queridos.
Y fue precisamente el drama de las familias que se encuentran separadas uno de los primeros que abordó el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), quien calificó este asunto como «esencial» e «importantísimo» y uno de los «formulados reiteradamente en los albergues».
«Nosotros pedimos a Colombia la sistematización de los casos pendientes de reunificación familiar», puntualizó Almagro, y al dirigirse a Venezuela solicitó «la más pronta solución» a este problema.
Cifras de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) indican que desde que se cerró la frontera, el 19 de agosto, al menos 1.355 colombianos han sido deportados de Venezuela y otros 15.000 han retornado por cuenta propia.
Almagro, ex canciller uruguayo, apeló precisamente a su amistad con Maduro para invitarlo a restablecer la confianza de los colombianos en Venezuela, que durante años ha recibido la migración de ciudadanos de este país.
«Sería muy importante, muy importante, un mensaje del Gobierno venezolano para tranquilizar a los colombianos, a los millones de colombianos que viven en Venezuela, que transmita la hermandad latinoamericana que tantas veces hemos hablado en tantas reuniones», afirmó Almagro, quien destacó que conoce a Maduro «en toda su dimensión humana y humanitaria».
«Yo tengo un amigo venezolano. No sé si él me sigue queriendo de la misma manera, pero yo sí lo sigo queriendo de la misma forma que siempre. Se llama Nicolás Maduro», agregó el funcionario, que además confió en que «los dos países van a dialogar», a «resolver esta situación a la brevedad».
Abogó, además, por que se garantice la educación de los niños, la atención de salud de las personas en albergues, que los deportados recuperen sus enseres, se avance hacia la residencia definitiva de los afectados y que los venezolanos que permanecen en el país con sus parientes reciban un permiso de trabajo.
«La frontera entre Colombia y Venezuela tiene que ser una frontera de hermandad y de cooperación, no puede ser espejo de fronteras de otras partes del mundo, tiene que ser una frontera en la cual prime el espíritu solidario, el espíritu de hermandad», subrayó.
Por su parte, Holguín agradeció que Almagro conociera de «primera mano» la situación, y dijo que a pesar del fracaso del lunes en la votación del Consejo Permanente de la OEA, se logró la visita del organismo continental al lado colombiano de la frontera.
«Nosotros queríamos que la OEA pudiera venir y constatar» la situación, manifestó la ministra.
No obstante, aclaró que la intención colombiana sigue siendo el diálogo con Caracas, trabajar conjuntamente «por el bien de nuestra gente», e indicó que el Gobierno no quiere «resoluciones», ni «pronunciamientos contra Venezuela» por parte de la OEA sino una solución a la crisis.