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Javier García
Caracas, 16 dic (EFE).- Una selección de 24 jóvenes talentos musicales de Venezuela, que van desde la música clásica a la salsa, pasando por el jazz o el pop rock, se reúne en el libro-disco «Nuevo país musical», en el que han participado más de 48 periodistas y reporteros gráficos.
La obra, editada por Banesco y que llegará a las librerías venezolanas a comienzos de 2016, constituye una buena muestra de la riqueza y diversidad del nuevo panorama sonoro del país, vinculado en gran parte a la semilla plantada por el Sistema Nacional de Orquestas de Venezuela con el maestro José Antonio Abreu al frente.
El compilador, Antonio López Ortega, congregó a un grupo de especialistas en música clásica, música coral, jazz, salsa, pop rock y música de raíz tradicional para que a su vez eligieran a cuatro artistas destacados en su género.
A través de entrevistas con los creadores, en las que relatan sus inicios y las dificultades y deleites de su proceso de acercamiento a la música, el libro da cuenta de la pasión y la tenacidad desplegada por todos ellos para adentrarse por el sendero del arte y poder recoger sus frutos.
«Este nuevo país musical deja un sentimiento de afirmación, de voluntad, de perseverancia. Un país subterráneo sale a flote para hablarnos de lo que somos capaces cuando nos guiamos por la armonía», afirma Ortega en la presentación de la obra.
De hecho, la siembra llevada a cabo por el Sistema de Orquestas, gracias a la cual cientos de miles de niños, de cualquier origen o extracción social, pueden tener acceso gratuito a la educación musical desde la más temprana edad, ha germinado en infinidad de talentos, grupos y asociaciones musicales que brotan en el país.
El sistema impulsado por Abreu, premio Príncipe de Asturias de las Artes, además de miles de escuelas por todo el territorio y proyectos en las cárceles y los hospitales, tiene programas destinados incluso a mujeres embarazadas para que los niños puedan ser acompañados por la música ya desde el útero materno.
El presidente de Banesco, Juan Carlos Escotet, destacó a Efe que el libro es también un homenaje a la labor Abreu que ha dejado «una cosecha abundante, que afortunadamente sigue creciendo» y que habla del «empeño del venezolano por no renunciar a su creatividad y por seguir demostrando lo mejor de nuestro ADN».
El Sistema de Orquestas, creado en 1975, hizo que la cultura musical, inherente a un país caribeño y latino como Venezuela, se multiplicase de forma exponencial y que las posibilidades de estudiar música se extendieran a toda la población.
«El libro trata de hacer un repaso por la cartografía musical venezolana del nuevo tiempo, escoger lo más representativo, los mejores talentos, que hablan de la potencia musical que en el mundo se le reconoce a Venezuela», recalcó Escotet.
Varios de los artistas que aparecen en el libro-disco son noveles, no habían publicado su música hasta el momento, aunque gocen ya de una reconocida trayectoria y estén desperdigados por los mejores centros musicales del mundo como Viena o Nueva York.
«Son músicos que ya trabajan en orquestas y se presentan en grandes ciudades pero esto va a ayudar a reconocerlos mejor y a hablar realmente de una producción musical importante», indicó a Efe el compilador de la obra.
Las entrevistas muestran, en palabras de Ortega, «personajes al desnudo, que se desvisten para hablar de sus obsesiones, verdaderos retratos de alma donde están las claves para entender el por qué de las vocaciones o de las determinaciones».
Entre las 24 historias, se encuentran algunas como la de la violinista de cámara Dalina Ugarte, que con tan solo siete años se empeñó en hacer un viaje de varias horas todas las semanas desde Tocuyito, su ciudad del interior, hasta Caracas para asistir a clases de música.
Dalina, de veinte años, estudia actualmente en el Conservatorio de Viena y relata en el libro que el violín es «como una extensión» de su brazo» y que «nunca ha sido una obligación sino un deseo».
También está la historia de Gerald «Chipi» Chacón, trompetista de 27 años, que a los cinco ingresó en uno de los llamados núcleos del Sistema en un barrio humilde de Caracas y que ha tocado con la Orquesta Simón Bolívar en varios países de Europa.
«La trompeta habla de lo que hay dentro de mí», dice Chacón, que ha grabado dos discos de jazz y es el único latinoamericano en ser imagen de la firma austríaca Schagerl que fabrica instrumentos de forma artesanal.
O la de Laura Guevara, una cantautora de 29 años, que funde sonidos tradicionales venezolanos con cumbia, pop, folk, reggae o hasta vals y ha conseguido sacar su primer disco en estudio.
Todos ellos podrían hacer suyo el poema de José del Pilar Rivera, un cantor popular de Cumaná conocido como el indio Rivera, que citó Ortega en la presentación del libro:
«Si yo muriéndome estoy y me vienen a buscar, como sea para cantar, dejo la muerte y me voy».