Foto: Efe/ David Fernández
Por Stella MONTORO, para SudAmericaHoy
Venezuela parece empeñada en protagonizar su propio culebrón televisivo con la enfermedad de su presidente. El regreso de Hugo Chávez a Caracas, de madrugada y sin una imagen, supuso un nuevo episodio de una historia a caballo entre el esperpento y el surrealismo caribeño.
El presidente que revalidó «de facto» el cargo, en ausencia, sin mover públicamente un dedo ni pronunciar una palabra, es un hombre invisible al que las fuerzas vivas venezolanas (Nicolás Maduro y Diosdado Cabello) atribuyen todo el poder.
El Ejecutivo dijo que Chávez se encuentra en plenas facultades físicas y mentales. Si no fuera porque se trata de una persona que se debate entre la vida y la muerte, ese tipo de declaraciones serían motivo de chistes de dudoso gusto. Aún más tragicómico resultan las afirmaciones de Dubraska Mora, la enfermera con uniforme rojo que, supuestamente, recibió a Hugo Chávez en el Hospital Militar de Caracas, “caminando fuerte y valeroso como sólo él lo sabe hacer”.
Tras más de dos meses de escuchar a los presuntos “correveidiles” dirigir mensajes del convaleciente jefe del Estado al país, los opositores estudiantes venezolanos perdieron la paciencia. La semana pasada se manifestaron en tromba frente a la Embajada de Cuba para exigir que Chávez, “volviera a Venezuela y hoy –claman- exigimos que salga y de la cara”.
En términos más diplomáticos pero con un contenido idéntico, la oposición venezolana reclama, “que se diga la verdad y se proceda según la Constitución”. En otras palabras, que se convoque a elecciones. La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) calificó de “espectáculo” las imágenes previas al regreso del paciente a su país. “¿Qué estamos pidiendo? Que se acabe el secretismo en torno a la salud del Presidente”, clamó Carlos Vecchio, coordinador de Voluntad Popular.
El ex embajador de Panamá en la OEA, Guillermo Cochez, perdió el puesto el mes pasado por hablar más de lo debido sobre Venezuela. “Hay quien dice que está muerto (…) Yo, creo que está vivo”, declara ahora libre de ataduras políticas. Acto seguido, dijo que él es de los que piensa que Chávez, “se rehúsa a seguir siendo utilizado por los que están ahora en el poder en Venezuela”. José Vicente García, dirigente estudiantil, pone nombre y apellidos a los interfectos, “Nicolás Maduro (vicepresidente del Ejecutivo) y Diosdado Cabello (titular del Parlamento) quieren quedarse con el Gobierno”. El último opta por el silencio y el primero realiza declaraciones dentro del marco del culebrón: “Aquí está (Chávez), como un paciente, como un hombre del pueblo más”, proclamó como si Chávez estuviera a su lado.
Maduro y los que le secundan olvidan que el presidente no es «un paciente más» y si alguna vez fue «un hombre del pueblo más» ya no lo es. Hugo Chávez Frias es el jefe del Estado y su salud debe ser tratada como lo que es, una cuestión de Estado. Hacer otra cosa puede equivaler a poner en marcha el reloj del estallido o la revuelta social. El otro, el de las elecciones, entre tanto, no sería de extrañar que pronto comenzara a sonar.