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Discurso de Gabriel Boric
Por Alex FERGUSSON, para SudAméricaHoy
Se cumplieron ya los primeros 90 días (en realidad los primeros 100) desde que el gobierno venezolano anunció el GRAN PLAN ECONÓMICO para salvar la patria.
Las promesas fueron claras:
…“se resolverán los problemas económicos y se ganará la guerra económica; se acabará con el proceso de dolarización de los precios; se eliminará el Déficit Fiscal, habrá prosperidad y crecimiento, y alcanzaremos el equilibrio económico en 90 días”.
Las medidas, diseñadas con el apoyo de “los asesores políticos aliados” (de Cuba, de Rusia y del Partido Podemos de España – Serrano Mancilla mediante), fueron:
Tal como predijeron los entendidos, este “paquetazo”, cargado de incoherencias, dudosamente viable y generador de gran incertidumbre y poca confianza, tuvo un enorme impacto macro y microeconómico que está conduciendo al colapso económico y social de la nación.
El fracaso del PLAN ECONÓMICO DE RECONVERSIÓN ha sido tan estruendoso, que el gobierno se vio obligado a anunciar “nuevos anuncios” (disculpe el lector).
En su alocución del 29 de noviembre pasado, el presidente informó que, en vista de la situación, aumentará el Salario Mínimo y las pensiones en un 150 % (de 1800 a 4500 Bs.) y que el valor del Petro aumentará también en la misma proporción (de 3600 a 9000 Bs.). Por cierto que resulta inexplicable que si el Petro depende del precio del petróleo y esta cayó de 60 a 50 dólares, el Petro se revalúe 150 %.
Así que, los que compraron Petros, tendrán una sorpresiva ganancia del 150 % en solo 1 mes. Parece, entonces, que tenían razón aquellos, más audaces que dejaron entrever que detrás de este paquete de medidas inéditas, se escondía la intención de crear un Sistema Financiero Autárquico, con una puerta trasera de acceso libre para el negociado de los dineros obtenidos por cualquier vía ilícita.
Por otra parte, no fue sorpresa que no se dijera nada acerca de la hiperinflación, la oprobiosa deuda externa, la inseguridad (27 mil muertes violentas por año), los centenares de miles de emigrantes, la presencia activa de contingentes de milicianos del ELN y las FARC colombianas en nuestro territorio, la escasez de alimentos, medicinas y de casi todo; de la crisis de los servicios de agua potable, electricidad, transporte y salud; del estado actual, deplorable, del aparato productivo industrial, agrícola y pecuario, así como de la situación de colapso e improductividad de la empresa petrolera nacional (PDVSA). Tampoco se habló de los escándalos de corrupción que han estado ventilándose recientemente y que involucran a altos funcionarios y ex funcionarios del gobierno y a sus amigos cooperantes, así como a personajes de la oposición claudicante.
Previamente, en un informe reciente ante el Fondo Monetario Internacional, el propio Banco Central de Venezuela, había reconocido el fracaso. Allí se señalaron algunas cifras:
La caída de PIB en -15,7 % (probablemente como consecuencia de la debacle de la industria petrolera nacional); la quiebra del aparato productivo nacional expresada en la caída de la manufactura en -25 %; de la construcción en -57 %; de la actividad de la banca y los seguros en -32 %; de las importaciones públicas en un -27 % y de las privadas en un -51 %, y el reconocimiento de una inflación de 860 % que contrasta con la señalada por los expertos en 10.000 % o la predicha por el FMI de 1 millón % o más.
Así pues, nada de lo prometido hace 100 días se cumplió. El PLAN fracasó. La crisis económica, social, política y cultural se agravó y el gobierno, ante la evidencia de su fracaso, recurrió a más de lo mismo: crear la ilusión de riqueza metiendo dinero en el bolsillo de la gente, al tiempo que aumenta la represión contra los que se atreven a oponerse, eso sí, con su cara muy lavada.