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Discurso de Gabriel Boric
Por Ernesto PÉREZ, para SudAméricaHoy
Luca Pisaroni es una de las grandes voces de la lírica
mundial contemporánea pero aunque de nacionalidad italiana y casado con una norteamericana con la que vive en Viena, en realidad nació en Ciudad Bolívar (Venezuela) y si bien fue transplantado con sus padres en Italia a la tierna edad de tres años y medio aún es capaz de expresarse perfectamente en
castellano pero sin el menor dejo caribeño.
Pisaroni, 42 años, es considerado uno de los grandes cantantes rossinianos
del momento pero curiosamente esta es la primera vez que se presenta en quince
años de carrera en la ciudad natal del compositor y en el festival a él
dedicado y que es famoso en todo el mundo.
Y lo hace en un rol ya interpretado hace un lustro en Santa Fe (EEUU), el
de Mohamed II en la ópera “Maometto II”, pero en la versión original
napolitana de 1820 y no en la adaptación francesa de 1826, “Le siège de
Corinthe”, que es la que acaba de inaugurar la 38a. edición de este
prestigioso festival.
Pisaroni pertenece a esta nueva generación de cantantes que se distinguen
no solo por su voz y su técnica, sino también por su apostura física y su
don de escena, como se comprobó en esta ocasión donde su Mahomet II
despertó el entusiasmo del público internacional que acorre todos los años
al festival y provocó más de un suspiro femenino en la platea del Adriatic
Arena, un estadio de basquetbol que se amolda a teatro de ópera en las
afueras de Pesaro, en espera que termine una decenal refacción del Palacio de
los Deportes del centro de la ciudad.
En una amable conversación con este enviado, Pisaroni declaró que en los
últimos 20 años “el público de la ópera va a teatro esperando ser
entretenido como en el cine, con puestas en escena dispendiosas e
imaginativas, donde los cantantes debemos ser no solo los héroes del
escenario sino parecernos físicamente”.
“Y eso es una labor más que debemos agregar a nuestro bagaje técnico
y musical y que nos obliga a mantenernos en forma físicamente y a dar resalto
a la psicología del personaje que interpretamos” agrega.
Y cabe reconocer que vestido con el espectacular ropaje pintado a mano de
la artista catalana Lita Cabellut, Pisaroni diseña una figura imponente como
el malvado sultán que asedia a Corinto pero que es capaz de expresar
misericordia a causa del amor de una mujer, la hija del gobernador de la
ciudad, Pamyra (muy bien cantado por la soprano georgiana Nino Machaidze), de
la que había quedado prendado en su juventud.
Y pensar que el cantante hubiera debido debutar en el ROF no con esta
ópera sino con “La pietra di paragone”, segunda de las tres del programa
de este año.
“Fue Ernesto Palacio, peruano y director del festival, quien me pidió
reemplazar a último momento a un cantante renunciatario y acepté
entusiasmado ya que la ópera es totalmente diferente de la otra que había
cantado hace cinco años en Santa Fe” confiesa el cantante.
“Y no solo por los 500 compases de los 4.000 de la nueva edición
crítica que nadie había escuchado antes, ni siquiera en la época de
Rossini, sino también porque “Le Siège” no tiene nada que ver con
‘Maometto’. Es una ópera mucho más madura, patriótica, más adecuada a
su tiempo que la versión italiana” afirma.
Pisaroni debe mucho de su carrera a un tenor argentino, Renato Sassola
quien supo orientarlo hacia el repertorio barroco y mozartiano que fueron su
especialidad a partir de su debut en 2002 , nada menos que en el prestigioso
festival de Salzburgo, con el rol secundario pero importante de Masetto en
“Don Giovanni” de Mozart.
“Tal fue mi impresión que decidí irme a vivir durante casi un año en
Buenos Aires en el 2000 donde me sentí muy solo y abandonado pero donde
descubrí mi verdadera voz y aprendí a querer a esta ciudad que me ha quedado
prendida en mi corazón” declara Pisaroni.
“Es una lástima que toda América Latina esté pasando un mal período
económicamente, debido sobre todo a una clase política corrupta y sin
cultura” lamenta el cantante quien solo una vez cantó en el subcontinente y
más específicamente en Chile, que fue una de sus mejores experiencias al
principio de su carrera.
A su carrera escénica, Pisaroni agrega una de cantante de cámara con un
programa de lieder de Franz Schubert y Franz Liszt y piezas del mismo Rossini.
“Adoro cantar acompañado solo con un piano porque eso permite una relación
más directa con el público” declara.
Pisaroni vive y se mueve por el mundo acompañado siempre por su esposa,
Caterine, y sus dos perros y después de su debut en la Scala de Milán en
febrero de este año, con el Leporello del “Don Giovanni” de Mozart ya
está apalabrado para la próxima temporada 2017/18 del coliseo milanés.