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Discurso de Gabriel Boric
Por Alex FERGUSSON, para SudAméricaHoy
Los opinadores sobre la situación política, social y económica venezolana –y me incluyo- hemos hecho un gran énfasis en describir o perfilar lo que ocurre aquí y ahora, quizás en un esfuerzo por comprender tanta locura. Sin embargo, ha sido poco el interés en ofrecer alternativas viables y abrir espacios de encuentro para los millones de compatriotas que no están políticamente alineados con la “oposición” o con el “gobierno”.
Y es que, en Venezuela, hay un tercer país, invisible todavía por aquellos que llevan con orgullo la etiqueta de los polos. En ese país conviven personas que le huyen a las etiquetas y a la obligación de atarse a un color, a un partido o a una ideología.
Poco más de un tercio del país adulto –unos 6 millones según las encuestas- conforma este grupo. Muchos de los que habitan en este tercer país son hijos del desencanto. Hijos de la violencia política y la inseguridad, de la percepción de un futuro no deseado, del choque simbólico entre los dos bloques, del no-reconocimiento del otro como interlocutor legítimo. Son hijos de la intolerancia política, intolerancia que evidentemente ha sido modelada en los últimos años por el liderazgo del gobierno y de la oposición. Dentro de esta dinámica, la responsabilidad del gobierno, por el poder que le confiere la sociedad, es inocultable.
A ese tercer país, el cual viene conformándose desde hace unos diez años, se han sumado ahora los opositores y los chavistas descontentos con el “estado de cosas”.
Esa gente y, en mi opinión, el país entero, está esperando algo mas sustantivo que los insultos, las descalificaciones y las amenazas que provienen de ambos polos. Quieren que se defina un proyecto político que dé respuesta efectiva a este mar de calamidades en el cual vivimos.
A ellos les digo, entonces, que:
1. Frente a la falsa dicotomía «opositor»o «maduristas-chavista» está la invitación a construir para Venezuela una alternativa socio-política, económica y ético-cultural, que nos permita a todos, seguir transitando, con entusiasmo, la maravillosa aventura de vivir.
2. Está abierta la convocatoria a poner fin a los procesos de exclusión de todo tipo y a promover la participación protagónica de la gente en la toma de decisiones que comprometen su presente y su futuro, en un ámbito de democracia política y de justicia social plena
3. Está claro que la mayoría quiere un proyecto político en el que la sustentabilidad sea entendida como viabilidad social, económica, política y ecológica. Todos aspiramos a armonizar las relaciones sociedad-ambiente a través del logro de una mayor eficiencia en todos los ámbitos (ecoeficiencia) y una mejor gestión de la demanda y el consumo. Las propuestas que hagamos deben permitirnos enfrentar con éxito las tensiones y conflictos entre el consumismo y la sustentabilidad
4. Todos queremos una sociedad de «Buen Vivir», dentro de los límites de los ecosistemas que constituyen su soporte de vida y la base material, cultural y espiritual de la existencia.
5. Todos aspiramos a un sistema educativo que nos prepare para la vida, basado en una pedagogía del discernimiento y no de la domesticación.
6. La mayoría entiende que un proyecto de esta naturaleza no parece compatible con el orden capitalista salvaje que impera en la mayor parte del planeta ni con el fracasado socialismo burocrático que nos quieren imponer.
7. También entendemos que estamos obligados a insertar las propuestas que hagamos, en el marco del proceso de mundialización de la vida, y así contribuir a la lucha contra la barbarie instalada en el planeta, que amenaza con la destrucción de la humanidad y de la comunidad de la vida con la cual compartimos.
8. La mayoría quiere un gobierno:
Humanista, pues su objetivo es el hombre y la satisfacción de sus necesidades básicas en el marco de una relación armónica sociedad-naturaleza y en un contexto de libertad y justicia social;
Autogestionario, pues aplicaremos un modelo económico que aproveche las ventajas de la mundialización (la ampliación de mercados, la transferencia y capacidad generadora de nuevas tecnologías, la economía de la información, etc..) Al mismo tiempo, que se impulse a sí mismo sobre la base del talento humano existente y del potencial productivo del país.
Promotor, pues aspiramos a poner fin al Estado paternalista para dar paso a un Estado de dimensiones adecuadas, generador de políticas, vigilante y promotor, que gestione el paso de la Venezuela rentista a la Venezuela productiva, que garantice la excelencia de los servicios públicos (especialmente salud, educación, deportes y seguridad) y el acceso del pueblo a la cultura y a los beneficios de la globalización.
9. La mayoría queremos que se ponga en práctica un nuevo proyecto político que abra paso al hombre, que permita transformar la lógica de la evolución de la sociedad actual y nos ponga en el camino de construir una sociedad democrática, equitativa, multicultural, multiétnica, multirracial, justa, participativa y ecológicamente viable. Pretendemos que funcione con otra ética individual y colectiva y no solo con otros métodos pues no es solo la economía lo que está en crisis, es nuestro modo de vida, nuestra civilización.
A estas alturas, ya deberíamos haber entendido que las alternativas que nos presenta la sociedad global corporativa y de mercado, así como el socialismo burocrático, no nos satisfacen y que ha llegado la hora de definir claramente para qué se lucha y no solo contra qué. Todos aspiramos conseguir, para Venezuela, una organización política, social y económica «…en la que sea tomada y compartida la palabra, en la que nadie pueda limitar la creatividad de los demás, en la que cada uno pueda cambiar la vida».
Esa tarea requiere que comencemos ahora, pues la situación se ha tornado demasiado grave. Mientras más tardemos en encarar la realidad y decidirnos a actuar para modificarla, mucho más difícil será el proceso y mayor la carga de sacrificios que habrá que hacer.