La Academia Mexicana de Derecho Internacional es una institución que remonta sus orígenes a la lucha por la Independencia Nacional, momento en el cual surge la necesidad del nuevo gobierno de ser reconocido por sus similares extranjeros. Sin embargo, ha de esperar largo tiempo para que sus ideales se transformen en realidad. En efecto, no es sino hasta principios del siglo XX cuando la Academia se constituye jurídicamente aunque habrá de seguir esperando hasta que el 5 de agosto de 1960, finalmente, se redactan los estatutos de la asociación civil, se designa su forma de gobierno y se instituye la condecoración internacional oficial que están vigentes hasta
La Academia Mexicana de Derecho Internacional es una de las instituciones más antiguas de ciencia en el continente americano, dedicada al estudio, codificación, desarrollo y promoción del derecho internacional, con especial interés en los pueblos latinoamericanos, aunque interviene en la política exterior de México. Se trata de una organización no gubernamental con representación permanente ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) e instituciones afines. Está integrada por prestigiados juristas y profesores de derecho nacionales y extranjeros.
El doctor José Antonio Lozano Díez, rector general del sistema Universidad Panamericana-Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas, recientemente recibió el Doctorado Honoris Causa en el grado Académico de Número y la Condecoración de la Orden Mexicana del Derecho, la Cultura y la Paz, otorgada por la Academia Mexicana de Derecho Internacional (AMDI) a la cual ingresó oficialmente, tras la presentación de su tesis “El reto ético de la sociedad posmoderna”.
El Doctor José Antonio Lozano Díez pronuncia su discurso «Honoris Causa»
Al finalizar el acto, se firmó una epístola conmemorativa de colaboración conjunta entre la Academia Mexicana de Derecho Internacional y la Universidad Panamericana, en la cual teólogos y juristas se reunirán para trabajar en equipo a fin de integrar y coordinar acciones para el fortalecimiento del estudio del derecho internacional y la justicia social.
El Dr. Lozano Diez centra su acertado análisis en un atinado recorrido a través del siglo XX hasta nuestros días, en una breve reseña sobre su tesis, señala que la humanidad está pasando por un momento de confusión, economías como la china en una desaceleración y la americana que no termina de entender lo que va a ocurrir, sistemas políticos cuestionados, políticos llevados a juicios y una gran decepción de la ciudadanía. Las herramientas con las que se cuenta actualmente para explicar qué le pasa al mundo son insuficientes, porque no se enfocan en las causas del orden antropológico, en la parte más sensible del hombre.
Con explicaciones claras la tesis, hace comprensible la desesperanza, irritación y destrucción del tejido social que hoy nos aquejan, el hartazgo de la clase política, la ineficiencia de los gobiernos, aunada al abuso de las empresas del denominado planing system y los mass media, sustento los tres, de la llamada tecnoestructura: un espacio en el que se ubican los tomadores de decisión, conformado por estos actores.
De acuerdo al Dr Lozano Díez, estos actores juegan un papel distinto y complementario en su funcionamiento, él gobierno tiene un rol protagónico como directivo y político; las empresas del planing system son aquellas que por contraposición a las empresas del denominado market system tienen tal tamaño económico que sus acciones tienen efectos políticos.
En la sociedad contemporánea que tiene como una de sus características la mediatización, el rol de los mass media es de tal trascendencia que se ha colocado como parte integrante de la tecnoestructura, sintetizando: el gobierno es poder; las empresas del planing system el dinero; y los mass media la información.
Nos recordó los movimientos sociales que marcaron nuestra historia reciente, explosiones populares que son el reflejo de la desesperación, la frustración, de una modernidad en decadencia. La caída del muro de Berlín, «globalifóbicos», la Primavera Árabe, los indignados en España, el caos institucional y la inestabilidad económica en Argentina, uno de los país de Latinoamérica que no hace mucho mostraba grandes perspectivas de crecimiento económico.
Capitulo aparte es el infierno venezolano opresivo y violento. Respecto a Brasil, advierte con la reciente noticia de su rebaja en la calificación crediticia anunciada por Standard & Poor´s. Hasta hace un par de años era el país de moda en el mundo, sede de la Jornada Mundial de la Juventud en 2013, del Mundial de Futbol en 2014, de los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro en 2016, integrante del grupo más prometedor en materia de crecimiento económico, el de los BRIC. Como de sorpresa, “mal parado” tomó al mundo el enorme malestar que parece brotar de cada esquina de ese país con manifestaciones tumultuarias.
Al paso de los años esta situación nos recuerda algo lo ocurrido en México en 1968 cuando habiéndose concatenado años de estabilidad económica con crecimiento vigoroso el cauce del malestar social –expresado a través del movimiento estudiantil- desembocó en la tragedia de Tlatelolcoque marcó una nueva época en nuestro sistema político.
Este mundo vital que es el que late en el fondo de los hombres que conforman la sociedad se encuentra profundamente desencantado por diversas causas. Su modo de reacción suele ser irracional por no encontrar cauces adecuados de expresión a su profunda inconformidad. El malestar más profundo puede tener como causa la lejanía que percibe este mundo vital de las decisiones de rumbo de la sociedad a la que pertenece. Digamos que se siente ajeno a lo que a su alrededor determina su futuro y su presente.
El ambiente tecnoestructural, por lo mismo es incapaz de comprender en clave ética lo que lo lleva permanentemente a la corrupción como ocurrió en la crisis griega y los cada vez mayores escándalos políticos a lo largo y ancho del mundo. Para aportar nuevas perspectivas al sistema jurídico-político hace falta reconocer que la Política y el Derecho son acción de los sujetos que las ejercen antes que sistemas cerrados. Vistas así las cosas, su ejercicio depende más de actitudes que de complejos sistemas ideológicos.
En el caso de México no puede ser más evidente: la distancia entre los modelos ideológicos clásicos y la realidad suele ser en ocasiones abismal. Al Derecho aparentemente se le ha dado mucha importancia al colocarlo como centro y fundamento de la acción política estatal. Sin embargo, la realidad es que su carácter instrumental le ha reducido sus márgenes de conexión con la realidad y le ha arrebatado su carácter director de los procesos sociales para dejarlo como simple garante del sistema estatal.
La excesiva relación del Derecho con la potestas estatal, hasta el grado de definirlo como pura coerción, le ha arrebatado su capacidad de despliegue vital estrechamente vinculado con la diversidad de los casos concretos surgidos de la espontaneidad para acercarlo peligrosamente al retraso en la captación de la dinámica social y más allá, a la inmovilidad.
Así como hace falta romper el paradigma de la razón de Estado en la vida política social para el encuentro de categorías más ricas de análisis, en el campo del Derecho es necesario recuperar la ontología que lo convierte en elemento importante de dirección de actitudes.
El pragmatismo ha fracasado, como respuesta de los gobiernos ante la crisis de ideologías. A la desconexión de la ideología con la realidad, respuestas a la búsqueda de resultados inmediatos, se declara neutral frente a cualquier posición ética o antropológica.Llevado al extremo conduce a la corrupción ya que olvida los referentes básicos de la naturaleza humana.
Nos dice el Rector Lozano Díez: La única salida viable -la verdadera salida- pasa por la antropología (aceptando la enorme complejidad de la naturaleza humana) y por la ética (como el mecanismo de planificación de la naturaleza humana). Podemos adelantar en esa línea que la respuesta a la crisis actual está íntimamente ligada al encuentro con la persona humana como lo describía Carlos Llano en su conocida obra Viaje al centro del hombre y dicho encuentro sea en clave ética. El reto pues, más importante de nuestros días, el que lograría sacar al sistema político, económico y jurídico de su crisis actual es de carácter ético. De su enfrentamiento se resuelve en gran medida el problema antropológico, resuelto el antropológico el de los sistemas político, económico y jurídico.
«La Historia nos brindó la oportunidad de conocer al hombre quizá mejor que ninguna otra generación. ¿Quién es, en realidad, el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Ese es el que inventó las cámaras de gas pero también es el ser que entró en ellas con paso firme y musitando una oración». El reto ético de la Posmodernidad pasa pues, necesariamente por el ejercicio de la resiliencia y la búsqueda de sentido esperanzador.
Apostilla: Empecemos entonces con la denuncia estructurada y organizada, sin insultos ni denuestos, con optimismo objetivo que combata el desgaste y depresión del tejido social, aportemos ideas constructivas apartadas de la cómoda retórica, llevándolas al terreno de los hechos, exijamos el liderazgo ético a nuestros gobernantes y apostemos a la voluntad, fuerza y esperanza de nuestros jóvenes.