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Discurso de Gabriel Boric
Por Federico PONCE ROJAS, para SudAméricaHoy
Esta semana murió Jacobo Zabludovsky Kravesky. Se fue a los 87 años, en la Ciudad de México, víctima de un derrame cerebral. Había sido internado, en el hospital ABC, hace algunos días por un cuadro de deshidratación. Periodista y abogado de ascendencia judía, nació en la Ciudad de México el 24 de mayo de 1928. Durante muchos años condujo el noticiero más importante de la televisión mexicana, en las décadas de los 70, 80 y 90: «24 Horas».
Desde la noche del martes, en la cuenta de Twitter de Jacobo Zabludovsky se anunciaba que su estado de salud no era bueno. Le sobreviven su esposa, Sarah (a quien todos los que la conocemos, llamamos cariñosamente Sarita) Nerubay Lieberman, y sus tres hijos, Abraham, Jorge y Diana. El deceso causó profundo sorpresa y pesar en muchos sectores del país, pero de manera particular en la Ciudad de México, a la cual Jacobo quiso y conoció como nadie. Nació y creció en el centro, en el barrio de la Merced, bien conocido pues por muchos años fue el corazón del comercio donde judíos, árabes y españoles convivían pacíficamente como una gran familia.
Jacobo siempre sostuvo que su niñez fue muy feliz y nunca se enteró de que era pobre, si alguien le preguntaba como fue su primera bicicleta, respondía jocosamente que nunca tuvo una. Tenía ese sentido del humor serio, ocurrente y siempre presente con la chispa de los inteligentes con talento.
Se inició en la radio y fue pionero de los noticieros televisivos en un horario en el que nadie veía el televisor. Al cabo de un tiempo se convirtió en el más visto y ganó el sitio como horario «Estelar» .
Hombre de claros oscuros o de «sol y sombra» como dirían los taurinos, tuvo gran gusto por la fiesta brava. Desde muy joven escribía la columna del diario el Redondel. Los domingos, después de las corridas, se le veía en el Restaurante taurino «El Taquito», amigo de toreros y aficionado singular, asistía de manera regular a la fiesta en México y España, también el Tango era otro de sus placeres, gran conocedor de ambos temas.
Los medios han reseñado estos extremos de su carrera: para unos fue un gran maestro que deja toda una escuela en el periodismo, la radio, la televisión y la radio nuevamente, que era lo suyo. Notables entrevistas, Dalí, Castro, Cantinflas, María Félix y muchas mas. La narrativa que hizo del terremoto de 1985, que destruyó gran parte de su amada ciudad, nadie que la vio o escuchó, la podrá olvidar.
Para otros, su cercanía con el poder le restaba imparcialidad y su noticias carecían de un sentido crítico. Sin embargo, era un periodista que sabia entrevistar, con fino sarcasmo y de manera inquisitiva, sin llegar a la vulgaridad o la ofensa.
Esta semana se ha escrito y dicho mucho. Casi todo, de Zabludovsky. La tendencia continuará varios días mas, deja muchos temas para hacerlo.
Conocí bien a Jacobo en los días en los que se lo consideraba el más importante comunicador y el más cercano al «Tigre» Emilio Azcárraga Milmo, dueño de Televisa. Me hizo diversas entrevistas para la televisión y radio, todas siempre me dejaron un grato sabor. «El Caballero de la Noticia», le llamábamos, era un hombre culto, decente, con conocimiento de prácticamente cualquier tema. Convivimos en actos políticos, sociales y culturales, fiestas, bautizos, primeras comuniones y bodas, con Sarita, Diana (mi co-comadre) Abraham, con quien viví uno de los casos más sonadas de la capital a principios de los ’90 y Jorge, a todos ellos mi mas sentido pésame.
Coincidíamos con todos frecuentemente. Jacobo era un hombre de familia, sin duda, la ultima vez que le vi, hace un par de meses, fue en un restaurante de carnes al poniente de la Ciudad, en la colonia Lomas de Chapultepec. Estaba bien, muy jovial y de buen humor. Yo me encontraba con mi hermano Juan Miguel y ahí se inició una amena charla sobre el Tango, Jacobo poseía la mayor colección de discos originales de Gardel en México y de las mayores del mundo. Diversas asociaciones de Argentina de música vernácula, le otorgaron premios y reconocimientos.
Cuando mi hermano le preguntó si tenía Tangos en Yiddish, empezó a recitar algunas letras y le contesto: «no he logrado conseguirlos con música»; mi hermano le ofreció entonces hacérselos llegar para completar su gran colección. En ese momento se presentó el dentista Antonio Bello, famoso tanguista mexicano, ante nosotros y le pidió a mi hermano que se lo presentará, enriqueciéndose aún mas esa ultima plática con Jacobo. Fue, sin saberlo, nuestra despedida.
Descanse en Paz Jacobo Zabludovsky Kravesky.
Zabludovsky por Zabludovsky