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Santi Carneri
San Bernardino (Paraguay), 18 ene (EFE).- El corazón turístico de Paraguay, el famoso lago Ypacaraí, afronta una contaminación tan grave que ha dejado en la incertidumbre el futuro de su entorno natural y de ciudades como la tradicional San Bernardino, que vive casi exclusivamente de los veraneantes y bañistas.
«Todo te recuerda, mi dulce amor, junto al lago azul de Ypacaraí», dice la canción romántica que, en las voces de Rolando Ojeda, Luis Alberto del Paraná o el español Julio Iglesias, inmortalizó este reducto natural situado a unos 50 kilómetros de Asunción, capital de Paraguay.
Las aguas azules del lago, un paraje espectacular, han sido tan contaminadas que en algunas partes se han teñido de verde.
Los casi 150 kilómetros cuadrados de lago están rodeados por 19 municipios que han vertido desde siempre sus residuos industriales y fecales en él, a falta de un sistema eficaz de tratamiento de aguas.
La típica imagen veraniega de San Bernardino, la ciudad turística tradicional de la alta alcurnia asunceña, con la gente acostada a orillas del lago o realizando deportes acuáticos, se está diluyendo a causa del descontrol de la contaminación, que ha obligado a las autoridades a recomendar a la gente que no se bañe ni consuma el agua.
«Es muy peligroso meterse ahí. Ni personas, ni animales», dijo a Efe el geólogo Celso Velázquez, que realiza un estudio sobre la contaminación del lago con otros expertos para la universidad española de Santiago de Compostela.
Velázquez explicó que los contaminantes van desde residuos sólidos hasta fertilizantes y pesticidas, debido a la gran actividad agropecuaria en la zona.
«La mayoría de las ciudades no tiene tratamiento de aguas, un gran porcentaje de todas las cloacas van al Ypacaraí, hacen que el lago reciba una cantidad impresionante de nutrientes, fósforo y nitrógeno, o metales pesados», añadió.
Estos «nutrientes» alimentan la afloración de las cianobacterias, que producen toxinas que afectan a la salud.
Este problema apareció hace un año y medio aproximadamente y es la consecuencia de décadas de falta de políticas medioambientales para atajarlo.
«Del lado de San Bernardino el agua ya no es verde», dijo a Efe su alcalde, Ramón Zubizarreta, quien destacó que ha habido una mejora.
Según el último informe del Ministerio de Salud, las 1,6 millones de células de cianobácterias por cada mililitro (cél/ml) detectadas inicialmente se han reducido a 226.000.
Es una cifra que excede con creces las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que da la señal de alarma a partir de 20.000 cél/ml, un nivel en el cual existe riesgo significativo de «efectos adversos» para la salud si el agua no es tratada adecuadamente, en su opinión.
La mayoría de empresas sancionadas por arrojar vertidos al lago, siguen haciéndolo, según el alcalde.
«Es una situación de desidia histórica de las autoridades nacionales que son a las que les compete la salud del lago», denunció Zubizarreta.
San Bernardino, con unos 11.000 habitantes permanentes, está acostumbrada a que cada fin de semana del verano austral, entre diciembre y febrero, lleguen otras 35.000 personas a disfrutar de la ciudad.
En cambio, el fin de semana pasado solo recibió a 15.000 visitantes, y esa fue la mejor cifra del último mes, según el alcalde.
«Mucha gente no deja de venir porque tienen su segunda residencia aquí, pero la ciudad vive únicamente del turismo, si baja, se resiente mucho», añadió Zubizarreta, que abogó porque una única institución se encargue de la recuperación del lago, ya que hasta ahora ninguno de los ministerios competentes ha tomado una iniciativa clara.
Velázquez añadió que «el Estado no tiene un proyecto bien claro y establecido», sino «solo proyectos piloto» para eliminar las cianobacterias del lago.
Según el experto, si se ataja el problema ahora, los resultados solo se verán de aquí a cinco años.
«Se puede hacer una mejora de la calidad del agua pero si no hay un trabajo centralizado, donde la autoridad ambiental o la de salud tome las riendas, no se puede recuperar el ecosistema del Ypacaraí», advirtió.
«Yo puedo mejorar el agua, pero mientras no se haga un sistema de saneamiento en las ciudades, el lago jamás se va a recuperar», sentenció Velázquez.