miércoles, 5 de septiembre de 2012
El Estado de Miranda, tierra, selva y playa para gozar

En el Estado venezolano de Miranda se encuentran algunos de los enclaves más bellos y atractivos para el turista. Los viajeros pueden elegir entre la paz de la montaña y el bullicio de las playas caribeñas. La oferta es amplia y para todos los gustos. Paracaidismo, surf o parapente no son excluyentes para saborear una buena comida o escuchar el ruído de los aves en la selva.

Andreína Monasterio / Andreyna Rodríguez (El Nacional)

Por las casas de techos rojos a dos aguas y las paredes blancas con listones negros se podría decir que El Jarillo, en el Estado de Miranda, es la prima hermana de la Colonia Tovar. No están lejos una de la otra, la primera está enclavada en las sinuosas montañas de los Altos Mirandinos y, la segunda, en la Cordillera de la Costa en el Estado Aragua.

Se diferencian en que el pueblo jarillero tiene pocos locales comerciales y la intimidad de sus 6.000 habitantes, ­también descendientes de alemanes­, representa un tesoro preciado para ellos, por lo que no suele ser tan concurrido. Sin embargo, con el tiempo, se han abierto a la posibilidad de atraer visitantes que veneren el sosiego y la brisa fresca que ahí se respira.
Cuando una llega a la iglesia de Nuestra Señora de Monte Carmelo, ­edificada bajo los mismos cánones,­ tiene la certeza de que está en el corazón del pueblo. Fue construida durante la presidencia de Luis Herrera Campins y mantiene su encanto gracias a las coloridas flores que los feligreses traen de San Pedro, una población aledaña. El altar es toda una curiosidad, pues el mesón se sostiene sobre un tronco de árbol de durazno, como homenaje al producto agrícola que mantiene la economía de los jarilleros.

Al salir del templo se percibe la grandeza de las cumbres con sus casas rurales a cuestas que, vistas desde lejos, parecen de juguete. La plaza es un rincón solitario donde se divisa la calle principal Padre Juanico, una de las vías que conduce a la Colonia Tovar. Un capricho de camino. No muy lejos de la plaza está la tienda Delicateses Breidenbach. Allí, Laura González recibe a los comensales siempre vestida con su dirndl traje tradicional alemán­. Cuatro mesas de maderas cubiertas de manteles rojos y paredes decoradas con fotos de parajes venezolanos hacen que la estancia sea acogedora para deleitarse con los bombones de chocolate rellenos de limón, parchita y mora o con los cakepop, su última invención: una torta de chocolote en chupeta. Puede pedir un tres leches o cheesecake que son los favoritos de la casa, acompañados con cualquiera de los batidos que se preparan al momento. (Teléfono:0426- 612 5309).

 

Adrenalina en las alturas
El vuelo en parapente constituye el atractivo de la zona. El «Despegadero» es en la montaña, a los pies de la escultura blanca de la Virgen del Carmen, patrona de El Jarillo. Los fines de semana ­de 11:30 am hasta las 5:30 pm­ los amantes de la aventura se lanzan en tándem, con un piloto que maneje la técnica. No necesita preparación especial, pero requiere seguir las instrucciones para saber cómo despegar y aterrizar sin sufrir daños.
La paciencia debe ser su aliada, pues a veces las condiciones del clima no están dadas y hay que esperar ­a veces bastante­ hasta que la manga de viento adopte la postura adecuada que indica la posibilidad de despegar. El rostro de quienes se lanzan por primera vez es indescriptible y sus palabras suelen ser parcas, pero entusiastas: «Esto es lo máximo». El Club de Vuelo Min, uno de los que opera en el lugar, ofrece un recorrido de 15 a 20 minutos sobre 3.320 metros sobre el nivel del mar con un costo de 400 bolívares por persona. (Teléfono:0426- 519 6154)

Parada obligada
Una tradición para los que frecuentan El Jarillo es pasar por La Casita de Maikel ubicada en Laguneta de la Montaña, sector El Trapiche. El restaurante tiene 19 años funcionando, comenzó con una pequeña parrillera ­que su dueño Macario Oropeza ostenta ahora como mobiliario decorativo­ y unos escasos kilos de carne para servir a sus amigos. En la actualidad el lugar se divide en rústicos ambientes, cada uno con un nombre y su historia. Los comensales siguen siendo amigos porque la atención servicial de Oropeza los hace sentir en casa. La carne en vara, las costillas y los famosos bollitos son las especialidades, pero como abren a las 7:00 am también puede desayunar cachapas, arepas o un plato criollo.


Higuerote y laguna de Tacarigua

Quienes se animan a recorrer su tupida vegetación, manglares y lagunas, sienten la naturaleza en cada poro de la piel. Esta región del estado Miranda es pródiga en opciones que invitan a desafiar la gravedad, remar en sus aguas o surcar los aires de un árbol a otro. Para probar alguna de estas sensaciones sólo se necesitan las ganas, coordenadas, un poco de protector solar y repelente contra insectos.

En caída libre. Escaparse de la rutina para volar. Caer. Flotar. Esta es la promesa de un salto en paracaídas. Al atreverse, pareciera que el tiempo se detiene en una visión magnífica de un rompecabezas de verdes y sepias. Beatriz López es asidua al ritual. Lleva cuatro años de práctica de salto tándem. «Es una descarga de emociones que hay que repetir. Puede creerse que, como es una caída libre, se siente el vacío, pero realmente la sensación es como si flotaras», cuenta. Estas emociones se viven en Skydive Venezuela, una escuela que organiza vuelos para el salto tándem y entrenar a futuros paracaidistas. Todas las personas están en capacidad de realizar esta práctica mientras no tengan problemas cardíacos. Skydive se encuentra en la urbanización Aguasal, sector Sabana de Oro en el aeropuerto de Higuerote. Opera de 7:30 am a 6:00 pm, de viernes a domingo. El costo del salto es de Bs 1.850 (un minuto de caída libre y 10 minutos de vuelo en paracaídas) e incluye fotos, video, franela, certificado y sticker. El curso de paracaidismo AFF comprende entre 4 a 6 horas de teoría y 10 saltos con instructores. Cuesta Bs 9.000. ( www.skydivevenezuela.com  Teléfono: (0414) 108 9005).

Remar con las corocoras
El remanso de la laguna de Tacarigua no sólo se admira. También se navega. Sergio Spiotta ofrece, en su Campamento Savannah, kayaks para hacer un recorrido de 10 kilómetros hasta el llamado «Túnel del amor», uno de los canales rodeado por manglares. La actividad dura tres horas, que incluyen paradas para descansar, hidratarse y comer. Spiotta explica que el canotaje puede ser practicado por personas de todas las edades y peso, por lo que es una opción excelente para la familia. Los pescadores que van en lanchas son muy conscientes, así que no perturban. Los niños pueden montarse acompañados, pues los kayaks son dobles. La laguna es un punto clave para observar la fauna. «Las corocoras, pelícanos y garzas pintadas comienzan a asomarse al atardecer», dice Spiotta. Campamento Savannah abre todos los sábados. Además, hacen kayak en Puerto Francés, Buche y Los Totumos. ( www.campamentosavannah.com Teléfono: (0414) 325 9717).

Circuito de agilidad
El parqueaventura Laguna del Viento hace realidad la fantasía de unos cuantos: equiparar al legendario Tarzán en cuanto a destreza y energía. El lugar, enclavado a la vera de la carretera CuriepeCarenero, vía El Oso, ha desarrollado un circuito completo de tirolinas y puentes colgantes, para adultos y niños. Son 1.650 metros de cableado para el canopy, mientras que el recorrido de los puentes suma 100 metros. Las instalaciones incluyen un espacio de paintball. Quienes deseen refrescarse, pueden deslizarse en un tobogán «splash» que cae en una pequeña laguna. Hay opción de pernocta en carpas y poseen instalaciones sanitarias como baños y duchas. Tienen proyectado crear una piscina, canchas de golfito y una gymkhana. Los precios son solidarios y dependen de las actividades que desee realizar. Abre de 9:00 am a 5:00 pm. ( www.canopydelviento. com.ve Teléfonos: (0412) 238 4621).

Playas

A lo largo de 98 kilóme-tros se extiende un escenario paradisíaco de 37 playas que comparten un mismo horizonte: el mar Caribe. La visual de esa franja abarca una gama de colores que va desde el verde esmeralda hasta el azul intenso. Hay para todos los gustos, playas tranquilas para familias y otras más desafiantes para los surfistas.

Al norte
Este sector abarca desde playa Caribe hasta Buche. En esa línea irregular se distinguen puntas, bahías, ensenadas, lagunas y formaciones coralinas. Puerto Francés es una de las más idílicas por sus aguas cristalinas, profundas y la comodidad de los servicios: estacionamiento, kioscos de comidas, salvavidas, alquiler de toldos y sillas. Además, hay un muelle desde donde se trasladan los que deseen curiosear en playas cercanas como Caracolito y Majagua.

Al centro
Desde Valle Seco hasta Tacarigua de la Laguna se delimita la zona central caracterizada por playas de escasa pendiente y aguas de temperatura templada. Las más concurridas se encuentran cerca de Higuerote como lo son Valle Seco, Carenero, Las Cabañas, Los Cocos y Chocolate. Son ideales para todos los bañistas por el oleaje moderado y los uveros de playa que junto a las palmeras brindan sombra natural.

Al sur
Los puntos de interés se reparten desde el Parque Nacional Laguna de Tacarigua hasta playa Pintada. Este sector, uno de los menos desarrollados en Barlovento, atrae a los turistas que buscan tranquilidad. A playa La Boca se entra por el pueblo de Tacarigua, su localización cercana a la desembocadura de la laguna permite que el oleaje sea suave y de baja profundidad. No puede escaparse de esta postal antes de la 6:00 pm, pues el atardecer colorido funge de escenario para el espectáculo de pelícanos, corocoras y garzas que se refugian en los manglares para pasar la noche.