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Discurso de Gabriel Boric
Fray Bentos. Por Juan Ignacio MAZZONI/Efe
El río al que Uruguay debe su nombre significa en lengua guaraní «río de los pájaros pintados», y es en esta denominación que se esconde uno de los tesoros mejor guardados que el país tiene para sus visitantes.
A cuatro horas de coche de Montevideo y precisamente a orillas del río Uruguay se encuentra Fray Bentos (oeste), uno de los centros neurálgicos del «Corredor de los Pájaros Pintados», un circuito turístico que, con la designación en julio de 2015 de un sector de esa ciudad como Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, encuentra una oportunidad inigualable de proyectarse al mundo.
Este circuito, que recorre los seis departamentos del litoral oeste de Uruguay, busca fomentar el turismo náutico a lo largo del río y ofrece tanto a los turistas que llegan por tierra como a los navegantes un ambiente apacible, una asombrosa variedad de paisajes y la calidez de los uruguayos.
El Frigorífico Anglo, el sitio de Fray Bentos que la Unesco destacó este año, se erige orgulloso entre los barrancos sobre el río y lo abraza con sus muelles, de donde partieron barcos cargados con millones de toneladas de carne para alimentar a las trincheras aliadas en las dos guerras mundiales.
Sin embargo, a setenta años ya del último armisticio, con las máquinas del frigorífico apagadas hace cuatro décadas, resulta difícil imaginarse los atascos de embarcaciones de gran porte que cuentan quienes pudieron presenciarlos, ya que la actividad industrial actual de la zona convive en perfecta armonía con el remo coordinado de las traineras que se deslizan por sus aguas.
«Muchas veces decimos que nos falta vocación náutica, vocación hacia nuestros ríos», comenta Andrea Schunk, directora de Turismo del departamento de Río Negro, del cual Fray Bentos es capital, quien además definió al Uruguay como «un recurso clave» del turismo de este territorio a cuatro horas de coche de Montevideo.
A partir de una estadía en la capital departamental, con una infraestructura hotelera y gastronómica de excelente calidad, los visitantes que llegan por tierra pueden hacer base para desplazarse por Nuevo Berlín y San Javier, localidades a menos de una hora de ruta con atractivos náuticos, pistas de senderismo y centros culturales.
Ambos poblados son puntos de acción del Ministerio de Turismo, cuyo Programa de Apoyo al Sector Turístico, llevado adelante con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), busca dotar a las pequeñas localidades de recursos que permitan atraer visitantes y explotar el potencial de la zona, explicó a Efe Nadia Coiana, integrante del programa.
«Es evidente que el (Frigorífico) Anglo es una atracción muy grande. Queremos que la gente que llega pueda conocer que muy próximo a Fray Bentos hay otras opciones a las cuales se puede sumar, y que quizás hace diversificar su estadía», añadió Coiana.
Nuevo Berlín y San Javier son parte también del Corredor de los Pájaros Pintados, y se encuentran dentro del área protegida del Parque Nacional de los Esteros de Farrapos y las islas del Río Uruguay.
Sus 22.000 hectáreas llenas de esteros, pantanos, islotes fluviales y bosques ribereños conforman «uno de los lugares más diversos» de Uruguay desde el punto de vista biológico, según Gabriel Pineda, director de esta área protegida.
«Los esteros funcionan como filtro, como riñón de la cuenca superior de esta zona con una actividad muy intensa del punto de vista agrícola. Eso permite que tengamos una buena calidad de agua en el río Uruguay», indicó Pineda sobre esta área de vital importancia biológica para que el color de los pájaros pintados se mantenga.
En Nuevo Berlín, a 40 kilómetros de Fray Bentos, el Ministerio de Turismo inaugurará en los próximos meses una terminal fluvial y un centro de acogida a los visitantes, desde donde partirá una lancha que permitirá a los turistas adentrarse entre los islotes donde el verde de los bosques ribereños se funde con el azul del cielo que se refleja en las aguas del río.
Más al norte, ya a 100 kilómetros de Fray Bentos, está situada San Javier, una localidad fundada hace 102 años por rusos escapados de la persecución religiosa durante la época de los zares, por lo cual no es extraño que en la plaza principal de la localidad haya cuatro matrioskas gigantes e incluso se puedan encontrar algunos rusófonos.