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Discurso de Gabriel Boric
Río de Janeiro, 21 dic (EFE).- Apenas un puñado de brasileñas dejó hoy en casa los sujetadores de sus biquinis y ocupó las playas de Río de Janeiro para exigir la legalización del «topless», una iniciativa que ha generado un intenso debate sobre la legislación vigente que considera a esta práctica un «atentado al pudor».
La convocatoria para el llamado «toplessazo» se regó por las redes sociales y llegó a sumar más de 8.000 adhesiones y promesas de participación, pero a la hora de dejar sus senos desnudos sólo aparecieron unas pocas mujeres.
Aunque no tuvo la magnitud prevista, la protesta generó un debate que se extendió por internet, la prensa y la televisión, en el que hasta numerosos juristas exigieron una modernización del Código Penal brasileño, que data de 1940 y contiene artículos en «defensa de la moral», que para muchos, hoy, ha quedado desfasado.
«El Código Penal fue hecho para otro mundo y mucho de lo que era obsceno en aquella época ya ha dejado de serlo», declaró el abogado Leonardo Ribeiro da Luz, especialista en derechos civiles.
El debate generado desde el momento en que se divulgó la convocatoria, hace unos quince días, ya tuvo un primer efecto en la política y el concejal Elton Babú propuso un proyecto de ley que permita la práctica del «topless» en las playas cariocas.
Sin embargo, encontró un primer obstáculo en la presidenta de la Comisión de Defensa de la Mujer de la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro, Tania Bastos, quien consideró que «para eso existen las playas nudistas», que en la ciudad son pocas y están en sitios alejados.
El «toplessazo» fue promovido por la actriz Cristina Flores y la productora cultural Ana Ríos, quienes aprovecharon el primer día del verano carioca para protestar contra la «arbitrariedad» que, según sostienen, supone esa prohibición.
Aún cuando eran pocas las mujeres sin sujetador, su protesta en la famosa playa de Ipanema fue respaldada por cientos de personas de ambos sexos, que aplaudieron la iniciativa y se sumaron para exigir «igualdad de derechos».
Hubo hombres que, para manifestar su apoyo, optaron por usar los sujetadores de sus mujeres a fin de «dejar claro ese absurdo legal», como lo calificó el joven participante Rennan Carmo, quien afirmó que esta prohibición «no puede ser normal en la sociedad de hoy».
La actriz Cristina Flores decidió promover la protesta después de que fue víctima directa de esta normativa en noviembre pasado, cuando tuvo un altercado con la policía mientras posaba con los senos desnudos para un fotógrafo en la playa de Ipanema, en el marco de un trabajo para divulgar una obra de teatro.
«La policía me abordó en forma agresiva y afirmó que al posar así cometía un ‘atentado al pudor’, cuando en realidad esa prohibición es un atentado a los derechos individuales», declaró la actriz a los periodistas.
«Dijeron que en la playa había niños y familias y que lo que yo hacía era obsceno. Me sentí muy avergonzada y casi culpable de un delito», apuntó Flores.
Ana Ríos, por su parte, señaló la «contradicción discriminatoria» que supone el hecho de que en el famoso Carnaval de Río de Janeiro haya muchas mujeres que desfilan completamente desnudas y que en la playa haya que ocultar los senos, como «si fueran la encarnación del pecado».
Según Ríos, quien exigió la abolición de leyes que «criminalizan el cuerpo femenino», solamente «en una sociedad machista y violenta el topless puede convertirse en un caso de policía».
Otra de las participantes en la protesta fue Olga Solon, una carioca de 73 años que vive en Portugal y que desnudó sus senos tal como dijo que suele hacerlo en las playas europeas.
«En Europa es algo perfectamente normal y espero que lo sea aquí también», declaró.
Durante la manifestación fueron exhibidos diversos carteles, como uno mostrado por una asociación de nudistas en el que se leía que «todos son iguales ante la ley» y se exigía «el mismo derecho al topless para las mujeres y los hombres».