jueves, 25 de septiembre de 2014
Islas flotantes del lago Titicaca, la última moda en turismo

Islas flotantes

Por Beatriz SAINZ DE ROZAS, para SudAméricaHoy (SAH)

Además del majestuoso Machu Picchu, de la exuberante selva amazónica, de las líneas de Nazca y de todos los misterios ocultos de la civilización inca, Perú también puede presumir de poseer -compartido con Bolivia- el lago navegable más grande del mundo: El Titicaca.

Cuenta la leyenda que el  lago Titicaca oculta tesoros bajo sus aguas. Los Uros, pobladores históricos de la zona, conocen palmo a palmo sus secretos, las verdades y los mitos. Estos habitantes de pueblos originarios, desde hace poco tiempo, están dispuestos a compartirlos con un «turismo vivencial» o ecológico. La oferta turística implica, convivir con los habitantes, conocer sus costumbres, gastronomía, aficiones y hábitos. Toda una aventura nueva y diferente.

Los Uros se establecieron en el lago Titicaca para defenderse de otras etnias.

Balsas

Balsas hechas de Totora

La población fue en aumento y pronto se dieron cuenta de que no había terreno suficiente para tantas familias. Fue entonces cuando empezaron a construir islas artificiales hechas de juncos bolivianos conocidos como totora. Las casas, la artesanía y las balsas para pescar están hechas con estas cañas que sirve a su vez como combustible y alimento.

La justicia de los Uros, seña de indentidad, tiene mucho de “salomónica”. Un ejemplo: Si la mitad de las familias que viven en una de las numerosas islas que constituyen la colonia entran en conflicto con la otra mitad y no hay consenso, la isla se divide y cada cual sigue su camino.

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Cristina Suaña, presidenta de la Asociación de Turismo Vivencial de la Isla Uros- Khantati

Cristina Suaña, presidenta de la Asociación de Turismo Vivencial de los Uros y habitante de la isla Uros- Khantati (que en aimara quiere decir amanecer), recibe a turistas en su casa: “el hotel de las cinco esteras”. Los visitantes que han hecho escala en ella prefieren referirse al hospedaje como un “hotel cinco estrellas” donde la gastronomía es un sabor aparte que despierta el gusto, la vista y el olfato.

Los Uros se han ido adaptando a los tiempos modernos pero muchas de sus costumbres continúan casi intactas. Entre ellas, su destreza en la fabricación de viviendas con totoras. Una vez en la isla, son muchos los incrédulos que necesitan dar un par de saltos y hacer temblar la superficie flotante para convencerse de que las islas, efectivamente, son artificiales pero seguras, están construidas por ellos mismos y el material que la sostiene es ese junco casi sagrado. El mantenimiento es prácticamente diario. Se revisan las juntas y se añaden nuevas capas de totora para compensar la descomposición de las anteriores que pueden llegar a durar hasta 30 años.

Titicaca

Lago Titicaca

Los Uros ofrecen hospedaje y sobre todo enseñar a los visitantes sus actividades diarias: cortar totora, pescar, navegar en los botes de totora o cocinar, son algunas de ellas. Las habitaciones son confortables aunque a primera vista puedan suscitar dudas.

Para los que deseen pisar tierra firme tras unos días sobre la flotante totora, en el lago Titicaca existen otros recorridos a las islas naturales  Taquile y Amantaní. En estas otras islas no solo el tipo de terreno es diferente, la cultura de su población también lo es y mucho. La isla Taquille es conocida por la riqueza y colorido de sus textiles, no son las mujeres las que lo trabajan, sino los hombres y deben depurar bien la técnica para conseguir una buena mujer.