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Discurso de Gabriel Boric
Carlos A. Moreno
Río de Janeiro, 28 oct (EFE).- Río de Janeiro pretende convertir Barra de Tijuca, el barrio que concentrará gran parte de las instalaciones y competiciones de los Juegos Olímpicos de 2016, en un nuevo polo turístico de la ciudad más emblemática de Brasil.
El proyecto es una iniciativa de la Alcaldía, la Asociación Brasileña de la Industria Hotelera (ABIH) y el Río Convention & Visitors Bureau para aprovechar la exposición internacional que Barra de Tijuca ganará durante el evento olímpico y darle uso permanente a las 15.000 habitaciones de hotel que el barrio ganó para los Juegos, incluso de cadenas lujosas como Hilton, Hyatt y Trump.
La campaña entre operadores de turismo busca promover el lugar como un polo que, además de atracciones naturales y una importante infraestructura turística, cuenta ahora con las más modernas estructuras deportivas de Latinoamérica, incluyendo el primer campo de golf olímpico del mundo, además de la Villa y el Parque Olímpico.
El barrio, hoy con 300.000 habitantes -dos veces la población de hace diez años-, ofrece una gran variedad de opciones de diversión, gastronomía, cultura y comercio, además de decenas de kilómetros de playas, lagunas y manglares, todo enmarcado entre las dos mayores reservas forestales urbanas del mundo.
Barra, que hasta hace 50 años era una región deshabitada, también cuenta con el mayor centro de convenciones de América Latina, una agitada vida nocturna, discotecas, 18 casas de espectáculos y 18 grandes centros comerciales, entre ellos uno que reúne las marcas de ropas y accesorios más lujosas del mundo.
Si antes era una región aislada, con prácticamente dos únicas vías de acceso, los Juegos Olímpicos le permiten estar hoy totalmente conectada al resto de la ciudad, con tres sistemas de vías exclusivas para autobuses, una de las cuales la une de forma expresa al aeropuerto internacional de Río, y una línea del metro en construcción.
El principal impulsor del frustrado plebiscito de 1988 para convertir al barrio en municipio independiente, Roberto Medina, propietario de la marca Rock in Río, colocó a Barra de Tijuca en el mapa mundial al hacerla sede de uno de los mayores festivales mundiales de música.
«Barra tiene las condiciones de convertirse en un nuevo destino turístico dentro de un gran destino como Río», dijo a Efe el presidente de la ABIH en Río de Janeiro y del Río Convention & Visitors Bureau, Alfredo Lopes.
Agregó que, para mantener un «flujo equilibrado e ininterrumpido de buenas tasas de ocupación», pretenden promover mundialmente las atracciones del barrio y lanzar «una guía, un mapa y un logotipo específico» que refuerce su identidad.
Otra de las estrategias es convertirlo en epicentro de grandes eventos corporativos, algo ya garantizado en 2015, cuando fue escogido para más de 50 congresos y ferias que atrajeron a 800.000 participantes e ingresos por un millón de dólares.
«Barra tiene condiciones de competir con Sao Paulo como el mayor destino de convenciones de Brasil», dijo a Efe Raúl Melo, socio de la primera agencia que comenzó a ofrecerle a los turistas alojados en el barrio, además de los tradicionales paseos por Río, tours específicos en Barra de Tijuca.
Según Melo, el turista típico que viene dos días a Barra para una convención y se queda otros dos para visitar el Pao de Azúcar, el Corcovado o el Maracaná, ahora puede extender su viaje otros dos para hacer paseos dentro del barrio.
Otra operadora que apuesta por su potencial es Ecobalsas, que ofrece paseos de barco en la laguna de Marapendi en los que es posible ver los manglares de la región y su rica fauna, que incluye animales como chiguiros, caimanes y una infinidad de aves.
«Comenzamos a operar hace seis meses y ya ofrecemos unos 40 vuelos semanales», dijo el portavoz de otra empresa también dispuesta a explotar el nuevo nicho y que aprovecha un aeropuerto que opera en medio de Barra para ofrecer vuelos en helicóptero que sobrevuelan las atracciones del barrio, incluyendo las instalaciones olímpicas.
Una de las principales atracciones es el Museo de la Selección Brasileña, que, con sistemas de última tecnología, exhibe los cerca de 200 trofeos conquistados por la «Canarinha», incluyendo las cinco copas mundiales, así como uniformes y recuerdos de los ídolos del fútbol brasileño.
Otra importante atracción es el Museo Casa do Pontal, ubicado en medio de una reserva ambiental y que, con unas 8.000 artesanías de 200 artistas de 24 estados brasileños, posee la que es considerada como principal colección de arte popular del país.
A pocos kilómetros, el Sitio Burle Marx, con 3.500 diferentes especies en 365.000 metros cuadrados, reúne una de las principales colecciones de plantas tropicales y subtropicales del mundo.
Otras atracciones son el Parque Natural de Prainha, con 166 hectáreas de un bosque que escala desde la playa hasta espectaculares miradores, un parque acuático con 42 atracciones, un criadero que ofrece paseos en caballo, el mayor huerto de palmeras de Brasil, dos pistas de patinaje en el hielo, un circuito de karts y la Ciudad de las Artes, nueva sede de la orquesta sinfónica.
Los visitantes también pueden ir a la hacienda sede de «Maxi Cana», un alambique que produce 32.000 litros al mes de cachaza, caipirinha y otras bebidas, que también exporta a países como Inglaterra, Australia y China.