EL VIDEO
Discurso de Gabriel Boric
Algunos llegaron a pensar que era inmortal, como la revolución que dejó de ser.El pueblo fue suyo por elección, deseo y obligación. En ese orden. Lo que empezó como una historia de libertad y promesa de una vida mejor se convirtió en dictadura, jaula para hambrientos, «etapa especial», éxodo de balseros a merced de tiburones de mar y tierra. Fue el último de todos los históricos con uniforme verde oliva que hizo temblar el continente americano.
Muerto en vida se le perdonó todo. Las ejecuciones, la persecución a los homosexuales, los presos políticos, la complicidad con las guerrillas y el terrorismo. Era Fidel, el comandante que ningún atentado pudo con él, ese hombre que los presidentes del imperio, de Estados Unidos, soñaban con tener frente a frente. Será interesante escuchar las palabras de Donald Trump ahora.Los periodistas perdían el sentido y en las Cumbres Iberoaméricanas le jaleaban como si fuera Justin Bieber. Era un pedazo de la historia negra de Cuba que intenta ser blanca con los nuevos tiempos. El fin del deshielo y el principio de otra vida. Los papas pasaron por Cuba y sólo uno pareció lograr el milagro de hacerle ver que su hora fue otra y la de su hermano, también.
Fidel Castro vio enterrar a Pinochet, Somoza, Stroessner,Videla, Banzery a Hugo Chávez, su favorito, el hijo bolivariano de sus entrañas que no pudo seguir su camino. A Nicolás Maduro, a estas alturas, lo veía como si fuera menos que nada.
No le pasó lo que a Che Guevara cuyo cuerpo hecho trizas quedó tendido en Bolivia y sus manos volaron a La Habana para comprobar que el argentino ya no estaba. Fidel Alejandro Castro Ruz, a los 90 años , murió en su cama,como los dictadores que supieron dejar, el poder arrebatado, atado y bien atado. En su caso, por la fuerza de la sangre, por la estampa de Raúl, otro hombre, otro presente y otro futuro para Cuba libre. Que así sea.